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Vuelven los préstamos al consumo: ¿cómo se comportará la demanda?

21 Jun 2021 | Blog

Los felices años 20. Una década de consumo y desenfreno después de una crisis sin precedentes. Es la situación que auguran muchas bolas de cristal económicas para los próximos tiempos: con el fin de la pandemia, habrá un rebrote espectacular del consumo por toda la tensión acumulada durante estos meses.

Una idea que no parece serles ajena a las entidades financieras, que después de congelar durante un año y medio los préstamos al consumo por miedo a posibles impagos por los repuntes de morosidad, ahora abren la puerta a estos créditos. La previsible “nueva normalidad” nacida del avance de la vacunación parece haber animado a los bancos a volver a prestar dinero.

Ganas de consumir, ganas de ¿pedir préstamos?

Un préstamo al consumo es un crédito similar a una hipoteca, salvo que el dinero se presta para cualquier tipo de compra (un viaje, un coche, la universidad…) mientras que en un préstamo hipotecario el bien es un inmueble. La diferencia principal es, por lo tanto, que, en una hipoteca, el banco tiene un as en la manga en caso de impago: la ejecución hipotecaria. Es decir, si el deudor no paga, el banco se queda con la casa.

En un préstamo al consumo, no hay ningún bien que responda por la deuda, tan solo el patrimonio del deudor, y la amortización del préstamo no es a largo plazo, sino a medio, por lo que el banco impone tipos de interés más altos (de hasta el 7%) a este tipo de préstamos.

El intento de aumento de estos créditos llega en una coyuntura que no ayuda especialmente a que se soliciten. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el ahorro en las familias españolas se sitúa en el 14’8% de la renta disponible, unos máximos históricos en el año de la pandemia.

Esta paradójica situación se da porque, aquellas personas que no han visto disminuidos sus ingresos como consecuencia de la Covid-19 y no han sufrido ERTE ni desempleo, han podido ahorrar mucho durante este año, ya que las medidas restrictivas han impedido realizar viajes o consumir ocio en la medida que se hacía antes. Además, las perspectivas económicas desfavorables hacen que las personas tiendan a ahorrar más, por miedo a sufrir vacas flacas.

Por lo tanto, de darse una fiebre de consumo, una vuelta a los viajes o se ejecuten decisiones de compra que se hayan postergado en el tiempo, estas compras llegan en un momento en el que es muy difícil que un núcleo que tenga ahorros pida un préstamo. Y, por otro lado, aquellos que sí podrían necesitar un préstamo al consumo para ejercer sus compras, quizás tengan perfiles insolventes y el banco no accederá a prestarles el dinero por miedo a la morosidad.

¿Qué va a hacer la banca con el dinero?

La coyuntura económica actual invita a pensar en un aumento, no demasiado pronunciado, de la inflación en los próximos meses. Por ello, las entidades financieras buscan tener el dinero en movimiento, ya que, si lo mantienen en cuentas corrientes o en depósitos, el efecto de la inflación puede hacer que se pierda valor.

En este sentido, el ahorro familiar también debería ir destinado mayoritariamente a la inversión y no al consumo. Así, siempre se va a recomendar más que este tipo de ahorro vaya a fondos de inversión o a productos de inversión para así dejan más margen para la entidad y también más oportunidad de revalorización por parte del cliente.